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¿Cómo saber si tu loro es macho o hembra?

13 Abr

Que cualquier pasado fue anterior, es un hecho irrefutable, pero hay enigmas que no son tan fáciles de resolver. Es lo que ocurre cuando queremos averiguar el sexo de un loro. Realmente, ésta es una tarea bastante compleja, así que, si dudas, no desesperes, nosotros te ayudaremos a despejar la incógnita para que sepas si lo que tienes realmente es un macho o una hembra.

Antes de preguntarte si es macho o hembra, seguro que te habrás interesado por su clasificación, características, distribución, hábitat, etc.

Si echamos un vistazo cibernético a la Wikipedia, sabremos que, actualmente, los loros típicos pertenecen a una superfamilia, que se divide, a su vez, en tres familias: Psittacidae, formada por los loros de América y África; Psittrichasiidae, con el loro aguileño y afines; y Psittaculidae, integrada por loros de Asia, Oceanía y las especies pequeñas de África.

Veamos, resumida, su clasificación taxonómica:

Reino: Animalia

Filo: Chordata

Clase: Aves

Orden: Psittaciformes

Superfamilia: Psittacoidea

Características de los loros

Lo que sí veremos más claro es si se trata de un loro u otro género de ave.

A continuación, te damos algunas pistas para que puedas identificarlos en un pispás:

Nombre común: loro o papagayo. Este grupo, gregario y monógamo, es inconfundible y muy homogéneo, e incluye, entre otros, a cotorras, guacamayos, cacatúas, loritos, pericos, agapornis…

Gran talento para hablar, sobre todo, las especies de gran tamaño. Son capaces de repetir o imitar el habla humana y de silbar una melodía. Algunos llegan a decir frases enteras. Y lo consiguen gracias a la siringe, el órgano vocal de las aves.

 Incapaces de entender lo que dicen: hablan porque son muy observadores y tienen una gran capacidad de asociación, pero no disciernen ni razonan.

Pico curvado y fuerte: es similar, en la forma, al de un ave de presa.

Mandíbula móvil: tiene una leve movilidad al ensamblarse con el cráneo.

Gran capacidad craneal: este hecho se asocia a su gran inteligencia.

Patas: robustas: con cuatro dedos, el primero y el cuarto orientados hacia atrás: el segundo y el tercero hacia delante, hacen que sea un órgano prensil muy efectivo para agarrarse a los árboles y trepar hábilmente.

Buenos voladores: las alas suelen ser cortas, redondeadas, pero la cola puede llegar a ser bastante larga.

Intensa coloración del plumaje: el color predominante es el verde, pero la mayor parte de las especies combinan otros tonos, como el rojo, el azul o el amarillo.

Se diferencian de las cacatúas: los loros carecen de los penachos eréctiles típicos de sus parientes cacatúas.

Tamaño variable: desde el minúsculo lorito pigmeo cabeza azul, de Nueva Guinea, de tan sólo unos 8 cm, hasta el guacamayo jacinto, de Sudamérica, que suele alcanzar los 70 cm de longitud.

¿Cómo saber si un loro es macho o hembra?

A simple vista es imposible saber si un loro es macho o hembra. ¿Por qué? Sencillamente, porque una de sus particularidades es que tienen los órganos sexuales en el interior de su cuerpo. De ahí que haya tantas dudas al respecto y tantos loros con el sexo mal diagnosticado.

A continuación, te damos algunas pistas que te ayudarán en esta tarea, tanto si tienes un papagayo como una cotorra, un loro de cabeza roja, o un agapornis:

Tamaño, forma y color: si el loro es adulto es más fácil reconocer el sexo; en esta etapa los loros macho suelen ser más grandes, tienen la cabeza más larga y sus colores son generalmente más vistosos que los de las hembras.

Agresividad: los loros hembra son más agresivos que los machos; este podría ser un buen indicio, pero no es totalmente fiable.

Palpación púbica: si tu loro no es adulto, siempre se puede recurrir a la palpación púbica, pero es una exploración que debe hacerse con sumo cuidado para no dañar al animal. Primero sujetamos al loro y lo ponemos boca abajo, para palpar los huesos de la pelvis. Si notamos una pequeña separación en la zona pélvica –poco más de medio centímetro-, tenemos una hembra; si, por el contrario, están juntos, es un macho.

 Huevos: tanto el macho como la hembra, suelen alcanzar su madurez sexual entre el año y los dos años. Por tanto, hacia los dos años de edad, que es cuando las hembras comienzan a poner huevos, podremos saber el sexo del ave. Aquí, la fiabilidad es total, si pone huevos, no puede ser macho.

Veterinario experto en animales exóticos: nadie mejor que un veterinario experto en este tipo de animales podrá determinar el sexo del animal, mediante diversos estudios. Éstos pueden consistir en: una palpación púbica más fiable que la nuestra; haciendo un estudio de ADN con muestras de sangre o una pluma; o incluso, practicándole una endoscopia. En este último caso, lo sedará y, con una incisión mínima, realizará la prueba y podrá ver en la pantalla con claridad si se trata de un macho o una hembra.

 ¡Ha sido hembra! Enhorabuena, si ya sabes que tu animal es una hembra, debes saber que, una vez fecundada, pondrá entre 4-6 huevos, que serán incubados durante unos 25 días.

 ¡Ha sido macho! Felicidades igualmente, ahora ya sabes que no pondrá huevos, y que, lo mismo que si hubiese sido hembra, deberás tratarlo con cariño y respeto durante todo el tiempo que esté contigo. De vez en cuando te silbará o entonará una melodía en señal de agradecimiento.

Loros: en peligro de extinción

Desafortunadamente, los loros se encuentran entre los grupos de aves más amenazados del planeta. Para desgracia de estos animales, es precisamente su belleza y destreza lo que atrae a los depredadores humanos sin escrúpulos.

La reducción del hábitat, la destrucción de los bosques y la captura, son las principales causas de este peligro de extinción. Por todo ello, recuerda:

– No adquieras nunca un loro, que no haya nacido en cautividad.

– Infórmate, sobre su procedencia y criador.

– Sospecha, si no lleva anilla en la pata o si la lleva abierta.

– Si lleva anilla cerrada, fíjate en la numeración y averigua la verdadera edad del animal.

– Ante cualquier duda, no compres; si lo haces, estarás colaborando con una posible caza ilegal.

 Inteligentes y hermosos, debemos protegerlos igual que a cualquier pajarillo, pues, como decía Atticus Finch, “Matar a un ruiseñor es un grave pecado, porque los ruiseñores no hacen otra cosa que cantar para regalarnos el oído. No picotean los sembrados, no entran en los graneros a comerse el trigo… no hacen más que cantar con todas sus fuerzas para alegrarnos”.

 

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